Displicencia

(Del lat. displicentia.)
sustantivo femenino
1 Falta de ánimo o interés en la realización de una cosa o acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito.
2 Actitud del individuo desagradable e indiferente en el trato.
* * *
Sinónimos: desaliento, desdén, apatía, desprecio, indolencia, incomprensión, indiferencia.
Antónimos: amabilidad, agrado, complacencia, cortesía.

20140715

Señor

Tenía quince años, había estado enferma casi una semana. Ese día tenía que ir al CCH pues era el último día para tomarse la foto y sacar la credencial de la UNAM. Me fui caminando para la Federal México-Puebla, cuando pasaba frente a la secundaria donde estudié me encontré con un señor, ya mayor, que llevaba una bicicleta, no iba en ella porque es un cerro y las calles están muy empinadas. Se detuvo y me habló:
—Oiga, señorita, ¿no conoce a Carmela? Es una señora alta, güera, de cabello chino, me dijo que vivía por aquí.
—No, no la conozco. Contesté
—¿Le puedo pedir otro favor?
—Sí.
—Fíjese que Carmela, pues, trabaja en un bar, ahí la conocí, y me dijo como llegar a su casa, pero no sé leer y no encuentro la calle Independencia.
—Ah, mire, esa calle está más arriba, ya no está lejos, pasando las maquinitas, esa es.
—Muchas gracias, señorita... ¿Le puedo pedir otro favor?
—Claro.
—Es que la verdad, pues, tengo un problema, pero la vi desde lejos y, pues... ¿no le molesta si me, pues, me hago un "trabajito" mientras le cuento?
No sabía a qué se refería, pero le contesté que sí. Se desabrochó el pantalón y metió su mano.
—Es que la vi y... Mi mujer me dejó porque, pues, ya no se me paraba, pero conocí a Carmela en el bar y nomas con verla sentía como se me ponía bien dura, le conté y por eso me dio su dirección, me dijo que llegara después de la una, cuando sus hijos ya se han ido a la escuela. No sé si Carmelita me la despertó pero ahorita que la vi caminando para acá, pues, sentí igualito que con Carmela.
No sabía qué hacer, la calle estaba sola, era casi medio día, la gripe me debilitaba y, junto a los nervios y el sol, comencé a sentir un horrible dolor de cabeza y como me hacía sudar la fiebre. Ahí seguía, no sé por qué, parada frente a aquel viejo que se masturbaba y me contaba su pena. De pronto se bajo un poco los pantalones
—¿No la quieres tocar? me dijo.
Al ver su pene erecto el terror se apoderó de mí.

No hay comentarios: