Llego antes, como es mi costumbre. Me tiro en un lugar donde no pasa mucha gente, para no estorbar y poder mirar cuando llegues. Desde aquí se ve como comienza a llenarse el andén. Debe ser bastante temprano, el desfile de soñolientos ojos, mirando hacía el suelo que se dispersa al entrar a la estación, me dan una idea de la hora. Saco un libro para no aburrir la espera. Leo un par de páginas, pero los nervios no me permiten concentrarme y ya no sigo leyendo más, ¿qué tal si llegas antes? pienso al devolver el libro a la mochila. Han pasado ya suficientes minutos, así que decido encontrarte entre la gente. Entran y salen decenas de rostros, pero ninguno se parece un poco a ese rostro misterioso tuyo. Me levanto y le doy dos vueltas a la estación, mirando para todos lados, pero aún no llegas. Aparece el décimo tren, de la primera puerta del vagón 478 sale un hombre alto y delgado, con un sombrero negro. ¡Por fin! me digo en pensamiento al verte. El corazón se me acelera y por un instante quiero correr y abrazarte. Te sigo con la mirada y al darte vuelta hacia la salida sólo consigo enviar un silencioso beso que cae en el ala de tu sombrero.
Publicado en A Rostro Oculto Revista No.12
No hay comentarios:
Publicar un comentario