Ésta contaminada oscuridad
no logra desaparecer su rostro
en medio de la noche,
lo miro en cada parpadeo cansado.
Camino un poco,
languidezco sobre la fina capa de arena,
el polvo de lo pactado,
azoto de rodillas
deteniendo con las manos
el inminente choque del rostro contra el suelo,
dos gotas caen con violencia sobre la arena,
pronto el lodo cubre mis manos
que han ido arañando con desesperación
al ritmo de mi lamento.
La esperanza que me da la incredulidad
hace que cese mi llanto,
doy la vuelta al ponerme en pie
descubriéndome frente a un amanecer
que ya ilumina su cadáver...
Estoy segura que fue una falsa noche.
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