Displicencia

(Del lat. displicentia.)
sustantivo femenino
1 Falta de ánimo o interés en la realización de una cosa o acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito.
2 Actitud del individuo desagradable e indiferente en el trato.
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Sinónimos: desaliento, desdén, apatía, desprecio, indolencia, incomprensión, indiferencia.
Antónimos: amabilidad, agrado, complacencia, cortesía.

20190901

Cosas del insomnio

Quería mudarme geográficamente dentro de la casa así que, sólo con lo puesto, una noche decidí dormir en la habitación del primer piso que es más pequeña y a la que entra menos luz por la noche, supuse que ayudaría a combatir el insomnio. Dicha habitación pertenece a mis padres y un tiempo, hace poco, fue también la habitación de mi hermana por lo que hay cosas de los tres, pero yo sólo utilizaría la cama pues buscaba dormir; por el día, lo único que evidenciaba mi estancia ahí era una pijama sobre la silla y las cobijas hechas bola sobre la cama.
Dos semanas estuve fuera de mi habitación en el piso de arriba, la dejé con la ventana abierta, una parte de la cortina corrida, el escritorio lleno de libros, hojas y diccionarios, chamarras en la silla, la cama sin tender, el ropero abierto porque subía a cambiarme de ropa, zapatos por el suelo... cual Chernóbil abandonado y detenido en el tiempo.
Como el sueño sigue trastornado, descubrí que no es la luz el problema en mi habitación, entonces era hora de volver a mi aposento, donde mis cosas.
Es un día común de otoño, lo que no es común es que tenga tantas ganas de dormir siendo el mediodía. Subo a paso lento para limpiar y acomodar cada cosa en su lugar, pero apenas retiro unas cuantas cosas de la cama, me tumbo boca abajo sobre ella y quedo profundamente dormida, tanto que ignoro los dos cadáveres de polillas que yacen sobre la almohada. Me despierta la nariz queriendo ayudar a este cansado cuerpo para deshacerse del polvo de dos semanas que he respirado por casi una hora, me giro y el estornudo viene acompañado de otros tres que me obligan a sentar y abrir los ojos para descubrirme desorientada en esa habitación que me es familiar pero que ahora no me pertenece. Toco mi rostro y puedo sentir la fina capa de tierra que se adhirió desde la almohada. Acomodo mi enmarañado cabello y encuentro con asombro y desagrado a la difunta polilla que ahora está embarrada entre mis dedos. Qué pesadilla se está haciendo volver.

Me ha costado un poco acostumbrarme a estar de nuevo en mi habitación, sólo han pasado dos noches que regresé de aquel lugar tan ajeno que siento que es preferible abandonarlo todo de nuevo. Mañana intentaré dormir en la cocina o en un sofá de la sala, tal vez en los lugares sin dueño termino encontrando la cura a tanto desvelo.

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